martes, 22 de septiembre de 2009

El minuto de Pablo Fortunato: No sabe no contesta



El sillón del banco de entrenador muestra sus astillas a Alfio Basile y Néstor Gorosito. Uno llegó para salvar a un Titanic que se hundía en los propios cimientos de una mala campaña y de su propia hinchada que lo atormentaba. El otro, para revertir la actualidad de un River que hace tiempo no en cuentra el camino.

Sin embargo, las cosas no salieron como los dirigentes las habían planeado. En la Rivera las olas rompen en las escolleras, y el sonido retumba en medios y boca de todos.

Renuncia, no renuncia. El vaivén que se produjo tras la noche del domingo en la que se anunciara el paso al costado del técnico xeneize no hizo más que agudizar la incertidumbre que corre en Boca. Basile se dio cuenta que las cosas no funcionan, y pensó mejor subirse al bote que agarrar el balde y empezar a sacar agua. Pero el capitán del barco, Jorge Amor Ameal, no lo dejó.

Pero no nos olvidemos de Don Néstor, que la maraña de rulos de su cabeza se trasladó a sus pensamientos, que ya no son claros ni lisos. Sabe que su equipo juega mal, y que ni la habilidad de Buonanotte o Díaz, ni la idolatría de Ortega o Gallardo podrán remontar su campaña.

Es así. Ese técnico que estaba decidido a cumplir su contrato a pesar de saber que las cosas no funcionaban, ahora no está tan seguro. El aguante de José María Aguilar, presidente de River, lo tiene. Los cambios no convienen desde la dirigencia a tan poco de las elecciones de diciembre, de ahí el respaldo.

Son dos partidos de póker distintos. No se sabe con que pueden salir. Las cartas en sus manos, sus equipos en juego.


Por Pablo Fortunato

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