Cuando uno analiza la cantidad de días que tiene un año (si alguno vive en una nube de pedos o se rige por el calendario de la vigésimo cuarta luna de Júpiter, nuestro año tiene 365) y de ahí cuenta cuantos de ellos hay que ir a trabajar decimos o pensamos cosas no muy agradables ni decorosas.
Los fines de semana, ni toda la cerveza del mundo, alcanzan para que nuestro cuerpo se sienta conforme con la relación cotidiana entre trabajo y boludeo.
Es factible que Dios, que a partir de ahora deja de ser perfecto, le haya pifiado cuando en la creación decidió en qué días se jode y en cuáles no. Pero ese error no se lo iba a tragar y nos mandó a la tierra aquellas amadas personalidades que han sido hito de la historia y nos proveyeron de un artículo que no lo vende ni el poli rubro de acá a la vuelta: el feriado.
Revoluciones, muertes, himnos, banderas, cualquier cosa sirve para tener un poquitito de imaginación y hacernos de este bien tan preciado como es el día en el que no se hace nada. Encima la mano hábil del hombre que todo lo puede tuvo la brillante y novedosa idea de darle magia a la cosa y pasar todos esos días a los lunes, sin importar lo que tuvieron que sufrir aquellos difuntos por los que “celebramos”. De esa forma, se conformó la trilogía preferida de los argentinos, ese sábado, domingo y lunes en el que nos vamos a Mar del Plata y les contamos todos nuestros problemas y frustraciones a los lobitos de mar mientras nos mandamos un buen havanna de chocolate. No me quiero imaginar lo que deben estar puteando (perdón, exhalando palabras que contaminan la moral) los peluqueros, que no trabajan los lunes, ni aunque haya que combatir una apocalíptica invasión de pelo viviente.
Más allá de saber cómo se llegó a los feriados, la pregunta sería: ¿Por qué se celebran de esa forma?. O sea, a simple vista no hay escuela, no se va a trabajar y hay locales cerrados, cosas que económicamente hacen que el país se pare y después nos quejamos porque baja el PBI y demás defectos que puede tener un sistema social. Además, si José de San Martín dio todo su ser para cruzar Los Andes y Belgrano tuvo que inspirarse para crear la bandera nacional, ¿Nosotros rendimos tributo y respeto haciendo nada en lugar de intentar igualar metas de semejante magnitud?
En fin, algo interesante para hablar con la almohada.
viernes, 18 de septiembre de 2009
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