domingo, 20 de diciembre de 2009

El minuto de Pablo Fortunato: Estudiantes de gloria


La moral constituye en el fútbol una variable fundamental en el desempeño de un jugador o de todo un equipo. La cabeza es la que da órdenes a los pies y si no está concentrada y fuerte el sistema no funciona, se trate de Maradona o de algún joven de inferiores. Un ejemplo de la cuestión fue la final del Mundial de Clubes.

Sabella asumió como entrenador en La Plata el 14 de marzo de 2009 y el sábado disputaba el encuentro decisivo del torneo. Desde el principio de la competencia era casi segura una final entre Estudiantes y Barcelona, aunque no había que descartar tampoco a Atlante que de hecho había empezado ganando contra el equipo catalán aunque después cayó 3 a 1. De este modo, el DT argentino tenía estudiado cómo enfrentar al Barca. Y así lo hizo.

Si bien los capitaneados por Verón no generaron varias ocasiones, pudieron presionar y romper el esquema de juego del equipo europeo –de tener alta posesión del balón y jugar limpio por abajo-. Con el gol de Boselli, y aguantando el partido, Estudiantes estuvo a tan sólo dos minutos de coronarse campeón. Pero llegó Pedro y de cabeza marcó, lo que forzó a que se jugara el alargue.

Los equipos fueron al descanso antes de la prórroga y la moral entró en juego. Por un lado, Guardiola dando indicaciones, y todo el cuerpo técnico y jugadores atentos a cada palabra, concentrados en captar y entender el mensaje. Por el otro, un Sabella ansioso hablando al viento de Abu Dhabi, y su equipo tirado por el piso, desparramado, con miradas que se perdían entre el estadio. Quizás un par atendían lo que decía el técnico, pero no era el centro de atención ni por asomo. La diferencia de actitudes anunciaba cómo iba a terminar el partido. El gran desgaste físico de los de Sabella permitió que Messi se infiltrara entre la defensa y con su pecho rompiera la ilusión del conjunto argentino. El verdugo fue un compatriota, ¿irónico no?

Sin embargo, si se habla de la moral de Estudiantes no debe pasarse por alto su historia. Desde un principio fue el equipo que pretendió romper con el esquema de “los cinco grandes”. De hecho, fue el primero en quebrar con la racha de hegemonía que tenían éstos en el fútbol argentino al ganar el Metropolitano de 1967.

Y la gloria recién empezaba. Al año siguiente, Estudiantes se consagró campeón de la Intercontinental al vencer al Manchester en Inglaterra. Mérito casi divino que tuvo en esa ocasión. ¡Y cómo olvidar la racha de las tres Libertadores consecutivas, 68, 69 y 70! También cosechó títulos locales en el Metropolitano 1982, Nacional 1983 y Apertura 2006. Y, por supuesto, la Libertadores 2009.

Y si todo ésto no es ser un grande, ¿qué lo es entonces? Boca sale de un cabaret y entra en otro. River acaba de tener elecciones presidenciales y terminó con lo que muchos llaman “la dictadura de Aguilar”. San Lorenzo recién se está reencontrando con la hinchada. De Racing, todos saben su presente. Independiente es el que está apuntando mejor de cara a 2010, aunque viene de tiempos conflictivos en relación a la construcción de su actual estadio.

Muchos dirán que el triunfo más reciente de Estudiantes es la Libertadores 2009, pero haber sido finalista en el Mundial de Clubes y perder en el alargue ante un Barcelona campeón de absolutamente todo lo que jugó –ganó seis títulos en el año- es un galardón que merece estar en la vitrina de los trofeos. Si se habla de moral, Estudiantes debe tenerla bien en alto por todo lo que su historia y actualidad sugieren: ¡es un grande!

Por Pablo Fortunato