miércoles, 9 de septiembre de 2009

Repechados



El abrazo del conjunto paraguayo tras el gol de Nelson Haedo fue emotivo. Era un grupo que con trabajo de equipo se acercaba su meta con un pequeño paso que marcó la diferencia. Del otro lado de la moneda, la impotencia de los argentinos desconcertados en un estadio Defensores del Chaco colmado de cantitos y “oleee” paraguayos.

El juego colectivo de los locales en el primer tiempo fue casi impecable –en el complementario se desorganizaron demasiado-. Toques, jugadas individuales por parte de un Salvador Cabañas incontrolable, y muchos hombres abajo a la hora de defender. Por el lado de Argentina, las cosas fueron para atrás. No sólo no había equipo, sino que esas individualidades que brillan en sus clubes volvieron a opacarse.

Fue una de las apuestas de Maradona, poner bajo los tres palos a Sergio Romero en lugar de Mariano Andújar –que no tuvo un mal partido contra Brasil, los errores fueron defensivos-. No funcionó. No obstante, la actuación del arquero no fue mala, pese a las gracias que debe dar de que el palo y el travesaño no facturaron para el rival.

La defensa. Sebastián Domínguez y Gabriel Heinze lejos estuvieron de ser la sólida pareja de centrales que desea todo entrenador. Emiliano Papa, se vio envuelto en varias ocasiones enredado cerca de las líneas de banda por donde la presión del rival no le permitió salir jugando. A los pelotazos pues. Javier Zanetti, por su parte, de tractor tuvo poco y nada. No se proyectó como acostumbra hacerlo, y cuando lo hizo dudó, además de cuestionable tarea defensiva.

Es lamentable que Javier Mascherano haya dejado de ser ese jugador implacable, ese jugador en que se podía confiar la responsabilidad de que no pase nadie. Lo pasaron, lo desbordaron, y tampoco aportó mucho en otros aspectos. Fernando Gago intentó por momentos probar algo distinto, pero se hace muy difícil comenzar una jugada rodeado de tres paraguayos y ningún compañero.

Juan Sebastián Verón es un gran jugador, de los mejores del fútbol local. Sin embargo, no mostró mucho en el país vecino, además de respirar muy agitado ya en el minuto 18 del primer tiempo. Jesús Dátolo, de excelente actuación contra los brasileros, no jugó mal, corrió e intentó desbordar. No obstante, fue otro que el que se presentó en el Gigante de Arrollito.

La dupla Agüero-Messi: otro elemento que falló. Estos dos son las joyitas del ataque de Diego, pero hace tiempo que no muestran su verdadero nivel, el que muestran en sus clubes. Por el Kun los equipos europeos se pelean ofreciendo más de 50 millones de euros. Leo es campeón de todo con su club, y aclamado por los hinchas del Barcelona.

El técnico argentino vio que su equipo no iba –ni venía- para atrás ni para adelante. Probó. Sacó a Dátolo y puso a Ezequiel Lavezzi. La entrada del ex San Lorenzo era buena, pero no sacar al que hasta ese momento fue el único que creó juego. Los minutos corrían y la desesperación crecía. Usó entonces el recurso de todos los entrenadores: altos a cabecear. Fue el momento de Martín Palermo y Rolando Schiavi. En tiempo adicional tuvieron una chance, pero el defensor de Newells no llegó por muy poco.

El problema es que efectivamente hay algo que está fallando. El equipo muestra por momentos signos de funcionar, pero de golpe se desmorona. Deja de marchar en el ataque y la defensa se viene abajo. Los jugadores están, son deportistas consagrados, algunos con mucha experiencia con la Selección, y otros jóvenes pero con muchísimo potencial.

Pónganse a tono muchachos, la gente confía en ustedes, y todo el mundo sabe que pueden.


Por Pablo Fortunato

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